
Hace unas semanas miré las ofertas de último minuto en varias páginas de viajes de Internet. Qué alegría… puedo irme en julio a Punta Cana por tan solo 450 euros en régimen de Todo Incluido. ¡Y a Ibiza, la isla donde nunca se duerme, con maravillosas playas, por 300 euros! ¡Ay, qué emocionada me siento! ¡Por fin mis añoradas vacaciones!
Estaba pensando en arenas blancas, cuerpos al sol, aguas color turquesa… y ya me veía disfrutando de una deliciosa caipirinha cuando caí en la cuenta. Pero, ¿cómo puedo irme una semana sin mi ordenador portátil? ¿Cómo voy a estar una semana desconectada de mi facebook?
Una especie de angustia me apoderó, un temblor que recorrió mi cuerpo…
No, no… de eso nada. Si en una semana no entro en mi muro mis doscientos amigos virtuales creerán que me ha ocurrido algo… no puedo consentirlo- medité-. Inmenso desastre para mi entorno social, acostumbrados ellos a que actualice cada media hora mi estado: “Que si me he ido al gimnasio”, “Tomando un mojito a la orilla ¡del mar”, “Me voy a compras”, “la peluquera me ha transformado”… ¿Y mi granja? ¿Quién cuidará mis ovejitas? Tendré que recoger toda la cosecha y no plantar hasta mi vuelta. ¿Y mi pecera? ¿Cómo alimentaré a mis 200 peces y a mi versión del pulpo Paul ahora que había conseguido ampliarla?
Claro, no puedo poner en mi perfil que me voy de vacaciones. El otro día viendo un informativo la policía alertaba de la cantidad de personas que esperan cualquier descuido en las redes sociales para saber si te has ido y aprovecharse de los hogares vacíos. Haré caso omiso. Esa no es la solución.
Estaba desesperada. Entonces pensé… ¡Ya tengo la solución! Y llamé inmediatamente a mi compañía de teléfono móvil para contratar la tarifa plana de paquete de datos… y de paso, pedí que me mandaran un móvil nuevo, táctil, con wifi y cámara de 8 megas… por si la necesito… nunca se sabe con quién puede una encontrarse y los aeropuertos son un ir y venir de famosos en estas fechas.
Orgullosa de mi capacidad de reacción reservé mi maravillosa estancia en playas caribeñas. Con mi móvil nuevo, mi biquini blanco, muchas ganas de pasarlo bien y la tranquilidad de saber que permanecería conectada con el mundo me marché de vacaciones.
Posdata: Acabo de regresar. He disfrutado muchísimo de aquel paraíso. Ha sido maravilloso. He tomado el sol y he descansado. Por supuesto, no he actualizado mi muro… ni se qué habrá pasado en facebook ni en twitter… mis amigos han pensado que algo grave me ocurría. Tengo 400 notificaciones, 15invitaciones a eventos y 90 gifts de Farmville. Simplemente, me olvidé de mi móvil nuevo y puedo decir orgullosa que vencí mi adicción a las redes sociales. Al menos, hasta el año que viene.
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