la gualdrapa de una majadera y mentecata

La oscuridad nocturna me envuelve. Rodea mis pensamientos y cubren de lucidez el lomo de esta yegua que lleva adornos carmesí en su cabalgadura. Gualdrapa. Qué palabra más bonita para quienes dominan la lengua de cervantes y saben de su uso. Hablo en primera persona de una yegua, de mí misma, como un espíritu indomable que a pesar del tiempo no puede mirar hacia el abismo y aunque, ve frente a sí misma una profundidad grande, inmensa, peligrosa... salta al vacío sin pensarlo dos veces. En ocasiones, sucede que flota y alcanza sin saber ni cómo la otra orilla del acantilado y pone a salvo su vida. Ocurre, que en otras, se estrella irremediablemente en un segundo abismo, el que separa a dos personas y por tanto desune las opiniones de quienes, yeguas, en su acepción más cubana, en su uso secundario, se empeñan en sumirse en el groserismo y el desdén de la estupidez. Ávidas de tontuna, pérfida sin necesidad.
Se cubre esta yegua de una gualdrapa de trapos andrajosos trabajados en el patchwork de la insensatez, de la inconsciencia, de la ignorancia y la incultura. De la chulería grotesca, sin sentido y gratuita de quien sin armas dialectales, intelectuales, cerebrales y cognitivas se excusa en que un ataque bien vale una victoria que no la disputa. Pues hay batallas, como secunda el Arte de la Guerra, que se logran sin pelear.
Majadera y mentecata, dícese del necio y porfiado. Majaderilla de la vida, percherona barata de pasamanería. Tonta, fatua, falta de juicio, privada de razón... de escaso, nulo entendimiento.
Uso la lengua del insigne, eximio, ilustre y reconocido, hasta creo, para usted, tonta del bote, Miguel de Cervantes, para decirle, que por mucho esfuerzo que haga, jamás estará a la altura de esta jamelga que le suscribe.

pd. Dedicado a usted, la yegua del "10"