No soy Carrie ni esto es Sexo en Nueva York. Tampoco soy lánguida como ella ni utilizo tacones de Manolo Blahnik. Lo primero se lo cederé a Marta, nuestra “mari” más parecida a la del canal Cosmopolitan que acaba de llegar de la ciudad de los rascacielos y se gasta copas a 20 euros en la Gran Manzana.
El domingo quedaremos las “maris” (dícese del grupo donde en general nosotras siempre estamos y ellos van y vienen con menos regularidad de la deseada, salvo en estado de absoluta felicidad-parejil). Se trata de “merendar” (dícese de tragar pasteles, bombones, palomitas y quejarnos posteriormente de todo eso porque nos hemos saltado la eterna dieta y no queremos pensar lo que engorda) y ver alguna de las 1.000 fotografías que nuestra Carrie ha hecho en su periplo por USA al mismo estilo que cualquier Club de Fútbol ahora denominado pretemporada y en marketing puro, hacer caja.
Con toda probabilidad analizaremos frente al televisor cada una de las imágenes y pararemos el dvd unas mil veces, a una por imagen, para repetir la jugada de la noche anterior… “viste a tal”… “te fijaste en cuál”… o si estuviera Belén se aderezaría con un “aquel quería ser malo, malo”… Lo cierto es que hace unas semanas, una de ellas, llamémosle sujeto A me comentó que había conocido a un, llamémosle, sujeto B. El tema iba de lo de siempre… chica conoce a chico, chico hace muchísimo caso, le manda mensajes hasta hartarse, hasta que normalmente chica queda con él, pasa una semana y chico parece que se esfuma como el viento o a lo sumo pierde fuelle…
La cuestión a debatir por la sujeto A es la poca necesidad de complicarnos que tenemos en general y cómo tendemos a hacerlo, a echar de menos a alguien o simplemente a implicarnos sentimentalmente cuando el sujeto B decrece en su interés. Para más, tendemos a preguntarnos a nosotras mismas y a todas nuestras “maris” cercanas el por qué… sin entenderlo muy bien o sin querer escuchar la respuesta. Y aquí es cuando llegó la frase de la noche. Fue sin querer, pero sin evitarlo, mi sinceridad me pudo. Mi garganta expulsó la frase antes incluso de que mi cerebro la procesara pero por estima a la sujeto A, no pude reprimirla. Yo lo que creo “es que estás engañada”… porque, verdaderamente, ¿¿¿cuántas veces nos hemos sentido así????
Seamos sinceras en dos semanas o en una a lo sumo, una no puede sino estar “ilusionada” con esa nueva expectativa. Y a veces pensamos que la cantidad de mensajes que te mandan, ahora whatshapp’s, es directamente proporcional al sentimiento de la otra persona, o a su interés o llámalo cómo quieras por no entrar en otras apetencias… lo cierto es que no lo comprendemos, y a veces, no queremos comprenderlo. Simplemente es eso. Y cogemos la vía paralela.
Justo cuando más segura de que pasar es la mejor opción, el móvil vuelve a sonar. Un whatshapp…
A ver deja que adivine… vaya!!! sujeto B, que ha entrado en el facebook y te ha visto conectada y se preguntaba qué ibas a hacer esta noche. Y para más, ayer te dejó un mensaje un amigo “x”, que él pudo leer en tu muro. Y el macho, que ha entrado en "modo Alfa" da señales de vida… por si acaso…
Por cierto, mientras escribo esto ando investigando junto a una amiga el muro de un sujeto “Z”, el cual parece que no tiene a nadie en su vida y es soltero… pero, y aquí aparece el “pero”… está en Badoo, un “mercado” en la red como otro cualquiera. Ummm, “mal nena, muy mal”, es la respuesta de mi amiga: “desde luego, el mercado está muy mal”…
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