

Mirada profunda y sincera, esta periodista, curtida en miles de batallas, abre su corazón para hablar de la roncambolesca historia de su vida. Causalidad y casualidad se dan cita en una novela que no hace más que narrar unas vivencias que se sostienen sobre el secreto de sus orígenes, enraizados con la aristocracia india
"Siento mi vida como un instrumento del destino"
Texto:Patricia Robles
Fotos:Antonio Pradas
Quién es Maha Akhtar... Puede que esta pregunta sea sencilla pero a la vez resulta compleja. Ni siquiera esta periodista y bailaora de flamenco que, por ende, la ha vivido en primera persona, sabe responder brevemente. Con motivo de la presentación de su novela, La Nieta de la Maharaní, en la Fundación Caja Castellón-Bancaja, nos citamos en un céntrico hotel de la capital de La Plana. Una charla informal donde nos cuenta algunas de sus experiencias. Con vaqueros y una camisa blanca de corte masculino, se sienta frente a nosotros y sorprendiéndonos nos pide disculpas porque acaba de aterrizar procedente de Nueva York. Según dice, su español no es tan fluido como cuando pasa meses en su casa de Sevilla.
Casi cien años separan la vida de la malagueña Anita Delgado y la suya, ¿cómo enlazan dos historias que discurren en paralelo pero acaban en un mismo lugar, en España?
Muchas veces ni yo misma lo puedo explicar. Realmente es mi historia pero reconzco que resulta complicado entenderla. A finales de 2005, cuando descubro este secreto, llego a sentir como que mi vida es un instrumento del destino. Desde entonces no ha sido la misma. Lógicamente pienso que hay tantas casualidades que resulta increíble. Aunque al final, llego a la conclusión de que no son tantas sino que el propio secreto familiar es el que me conduce a todo el resto de coincidencias.
¿Qué supone para usted creer que es una persona y descubrir que sus orígenes son otros y su padre es Ajit Singh, hijo del maharajá de Kampurthala?
¿Qué supone para usted creer que es una persona y descubrir que sus orígenes son otros y su padre es Ajit Singh, hijo del maharajá de Kampurthala?
La verdad es que aún hoy sigo asimilando las circunstancias y lo que ha pasado. No es algo fácil de entender y yo, no soy como tan fuerte como para que no me afecte. Lo que me ha ocurrido no es normal. Podría decir que estoy bien, que todo va fenomenal, pero no es verdad. Aún no. Lo único que puedo explicar es que comprender esta historia cuando uno es adulto es más fácil. Si yo lo hubiera sabido antes todo, por ejemplo, lo que hizo mi madre, sobre los veinte años, mi reacción puede que hubiera sido más dura. Hasta sus últimos días no la entendí y de hecho, estuve treinta y cinco años, sin perdonarla. Si hubiera conocido mucho antes el secreto que guardaba, de niña o adolescente, creo que habría comprendido de un modo muy distinto la historia. Pero tampoco puedo especular y contestar con seguridad a algo así. Es imposible determinar cómo habría reaccionado porque aún hoy, como decía antes, estoy aprendiendo cosas.
¿Qué le trajo a Sevilla?
¿Qué le trajo a Sevilla?
El flamenco. Llevo muchísimos años bailando la danza típica del norte de la India que se denomina kathak. El baile siempre ha sido un elemento muy importante de mi vida porque a través de este me siento libre. Hay quien hace yoga para meditar o para evadirse, yo no puedo. Lo que ellos encuentran de ese modo, yo lo recibo con el baile, especialmente con el Kathak, que me relaja muchísimo. Si algo me pasa puedo sobrellevarlo bailando. La danza ha sido para mi un refugio toda mi vida. Cada vez que mi padre me dijo algo o me maltrató a mí o a mi madre, encontraba en él un modo de olvidarme un poco de esta situación. El flamenco es una forma de baile que siempre me ha encantado. La primera vez que vi interpretarlo fue en Granada cuando tenía nueve años. Siempre me fascinó. En Estados Unidos dejé de bailar totalmente y seguí con el Kathak, aunque en Nueva York es difícil porque no hay lugares profesionales. En una reunión me comentaron la posibilidad de tomar clases.
¿Hace cuánto tiempo llegó usted a Sevilla? porque una parte de usted tenía una relación con esta sin saberlo...
¿Hace cuánto tiempo llegó usted a Sevilla? porque una parte de usted tenía una relación con esta sin saberlo...
Tengo allí casa, de hecho, la compré en 2006, pero no vivo todo el año. Estoy a caballo entre España, Nueva York y Londres. Cuando comencé a bailarlo pensaba que se me daba bien por el nexo que ambas danzas tienen. De hecho, hay ritmos similares, no son iguales pero sí parececidos. Para mí coger los pasos de flamenco no es un problema. Creía que me era fácil por la base de baile que tenía. Pero cuando descubrí quién era la progenitora de mi padre biológico, mi abuela, fue en cierto modo un shock. Sabiendo todo esto, pienso que si, que hay una mezcla entre mis conocimientos previos y mi ADN. Si no hubiese tenido conocimientos previos del baile, no sería posible que solo se me diera bien por mis antepasados.
Con la mezcolanza cultural que posee, viviendo en tres ciudades tan diferentes, una familia tan diversa... ¿siente que pertenece a alguno de esos lugares?
Con la mezcolanza cultural que posee, viviendo en tres ciudades tan diferentes, una familia tan diversa... ¿siente que pertenece a alguno de esos lugares?
Es una situación poco común y nada fácil a la vez. La verdad es que me siento cómoda en cualquier sitio.Aquí en España, en América y también en la India. Es esa parte multicultural que poseo la herencia de estas tres mujeres tan importantes en mi vida. Se lo agradezco todos los días. Es por cada una de ellas que yo estoy aquí y que puedo hacer lo que considero. Culturalmente es una amalgama con un magnífico resultado. Tengo una visión del mundo global y abierta. Gozo de la suerte de poseer una parte india, una española y otra estadounidense aunque no haya nacido allí, solo por los 27 años que he vivido en este país. Mi perspectiva por tanto del mundo es más rica y amplia.
Esa globalización era impensable en el mundo de Anita, sin embargo, hay que reconocer que se dan una serie de acontecimientos que resultan tan complicados... ¿cree en la casualidad o en la causalidad? Tiene razón... fue tan difícil... Creo absolutamente en el destino. Esta historia estaba escrita. Como ya he mencionado anteriormente, creo que soy un intrumento del destino porque las casualidades son circunstancias que se van produciendo. La causalidad, en este caso, se produce porque a mi entender todos somos dueños de nuestro destino. Siempre puedo tomar una elección, nadie me fuerza a hacer nada. En este sentido sí, somos dueños de nuestro destino, de nuestro camino. Yo no puedo obligar a nada, es una decisión que debes tomar por tí misma. Siempre tenemos una elección, decisiones que son personales. El destino o las casualidades llegan pero finalmente, debes elegir. La vida es una conjunción de ambas.
En relación a la que es su nueva familia, ¿qué relación tiene con ellos?
En relación a la que es su nueva familia, ¿qué relación tiene con ellos?
La verdad es que mucha. De hecho, estaba ahora con uno de mis sobrinos que ha pasado seis semanas en Nueva York conmigo. No quiero decir que son buena gente porque no tiene el mismo sentido que el que querría darles. Son, sinceramente, fenomenales. Me han acogido muy bien. Nunca he buscado nada de ellos pero es que tampoco me han pedido nunca nada. Tenemos una relación muy buena pero para que entienda, no hay aún un lazo familiar. Esa conexión se da cuando la relación parte de la infancia y claro, los conozco desde hace muy poco tiempo y es difícil que ese sentimiento familiar se de cuando conoces a alguien desde hace solo dos años a pesar de que tengamos sangre en común. Mantenemos una amistad fluida pero lo otro es cuestión de tiempo. Cada vez que voy, aproximadamente tres veces al año en periodos no regulares, los conozco un poco mejor. La primera vez que estuve allí fue en 2006. Ellos también vienen a mi cada en Estados Unidos y vendrán a final de año. Es comprensible, a Delhi no puedes ir para poco tiempo y cuando vas, tienes mucha gente que visitar. De momento, solo conozco al núcleo de los descendientes directos, lo que son más lejanos aún no los he podido ver. Imagine, el maharajá tuvo cinco hijos, y estos, por supuesto, los suyos propios.
Aunque ya no exista el boato de la aristocracia India, de algún modo, usted pertenece a esta ¿no?
Aunque ya no exista el boato de la aristocracia India, de algún modo, usted pertenece a esta ¿no?
No, que va... la aristocracia india no existe. El Gobierno, en el año 47, con la independencia de la India, les quitaron un montón de cosas. Empezó entonces la destrucción de la aristocracia. Luego en los años 50, les arrebataron sus tierras y un año después, todo lo demás como títulos, riqueza... actualmente, todos trabajan para ganarse la vida. Mis primos también, con absoluta normalidad... médicos, abogados, lo que sea pero es necesario para ganarse la vida. Tampoco viven en palacios. El de Kampurthala es por ejemplo una escuela. Ha cambiado mucho. Esta familia por ejemplo no tienene las pretensiones de otras estirpes que todavía pretenden ser lo que eran. No tienen dinero pero si pretensiones de grandeza.
Es sorprendente todo lo que cuenta y, de hecho, usted en sí misma es una novela... ¿Cómo decide plasmar su vida en un libro? Nunca quise escribir un libro. Y la verdad, me considero una persona muy normal. Adoro a mi perro, me encanta cocinar... vamos, cosas normales. No lo he escrito pensando en que fuera un libro. Tras morir mi madre, mi tia, que es la persona a la que yo adoro, empezó a insistirme en estas historias de mi abuela materna y de mi padre, que yo desconocía hasta entonces. Además, durante 35 no tuve una relación cercana con mi madre. Solamente para no olvidarlas comencé a tomar notas, como periodista que soy, por mi trabajo. En Nueva York, lo pasé al ordenador. No se cómo llegué a 1.200 páginas. No sabía qué hacer con todo eso. A finales de 2007, no recuerdo las circunstancias, estaba pensando en mi madre y escribí una única página evocando su recuerdo. Por entonces, hablando con una amiga de Madrid, también periodista, me dijo: "Debes escribir el libro". Y es así como surgió. Me presentó a una agente literaria en Barcelona. De todos modos, insisto, nunca escribí pensando en novelar la historia pero querría que dejara un maravilloso recuerdo.
No conoció a su padre, ¿queda familia que le hable de él, de como era?
Es sorprendente todo lo que cuenta y, de hecho, usted en sí misma es una novela... ¿Cómo decide plasmar su vida en un libro? Nunca quise escribir un libro. Y la verdad, me considero una persona muy normal. Adoro a mi perro, me encanta cocinar... vamos, cosas normales. No lo he escrito pensando en que fuera un libro. Tras morir mi madre, mi tia, que es la persona a la que yo adoro, empezó a insistirme en estas historias de mi abuela materna y de mi padre, que yo desconocía hasta entonces. Además, durante 35 no tuve una relación cercana con mi madre. Solamente para no olvidarlas comencé a tomar notas, como periodista que soy, por mi trabajo. En Nueva York, lo pasé al ordenador. No se cómo llegué a 1.200 páginas. No sabía qué hacer con todo eso. A finales de 2007, no recuerdo las circunstancias, estaba pensando en mi madre y escribí una única página evocando su recuerdo. Por entonces, hablando con una amiga de Madrid, también periodista, me dijo: "Debes escribir el libro". Y es así como surgió. Me presentó a una agente literaria en Barcelona. De todos modos, insisto, nunca escribí pensando en novelar la historia pero querría que dejara un maravilloso recuerdo.
No conoció a su padre, ¿queda familia que le hable de él, de como era?
No conozco a la parte de familia de Anita Delgado, ella, sin que suene mal, tiene su importancia porque es la madre de mi progenitor. Pero este es mucho más importante porque me afecta, evidentemente, de un modo directo. Prefiero conocer a sus descendientes. Por desgracia, no queda mucha familia de mi padre en la India que pueda haberlo conocido y contarme cosas. Mi tío y mi tía sí tuvieron relación con él hace muchos años y me han comentado siempre que era un caballero, un gentleman, todo un caballero. Siempre rodeado de gente, de sus amigos. Una persona a la que le encantaba ser un buen anfitrión. Muy distinguido. Llevó una vida poco tradicional para su época. Le encantaba la música, el jazz, el arte, el cine... una buena amiga fue la actriz, Lara Turner. La India siempre le encantó y se sentía muy bien en este pais, donde murió. Tan bien como cuando estaba en España.
¿Cree que aún le queda por descrubir?
¿Cree que aún le queda por descrubir?
¡No por favor! La verdad es que no me apetece cambiar de familia cada cuarenta años... me estresa un poquito... siendo periodista y con la experiencia que además, pasé al final de la carrera de Dan Rather, quería conocer las dos fuentes aunque, no me mal interpretes, no he dudado nunca de la palabra de mi madre. Para ser totalmente objetiva era necesario ahondar en todas las partes.
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